¿En riesgo los programas sociales?
El mal desempeño del gobierno podría poner freno al único bien tangible, contante y sonante, que la llamada 4T le ha dado a los mexicanos.
Me refiero a los programas sociales, transferencias de dinero en efectivo. Estos programas son ya patrimonio de los mexicanos. Están inscritos en la Constitución y no hay fuerza política que pueda cambiarlos. De hecho, no hay ninguna fuerza política que quiera acabar con ellos o siquiera limitarlos.
El gobierno sugiere que sólo ellos los garantizan, pero eso dejó de ser verdad, si lo fue alguna vez, porque, repito, los programas ya están en la Constitución y no hay quien quiera quitarlos.
El único riesgo de incumplimiento de los programas sociales viene del gobierno, de su mal manejo de las finanzas públicas, de sus malos resultados económicos, de su ineficiencia y sus inversiones catastróficas, todo lo cual podría crear una crisis fiscal y dejarlo sin dinero para los programas.
Están lejos de eso, dicen ellos, pero llevan buen camino. Desde lo más grandote hasta lo más chiquito, para sus cosas políticas, la gente del gobierno actúa como si le sobrara el dinero.
Vemos a conspicuos morenistas usando camionetotas blindadas, viajando en primera clase, contratando a sus familiares por docenas, sirviéndose aquí y allá suculentos moches. Eso, en lo “chiquito”.
En lo grandote, vemos al gobierno tirar miles de millones en obras moribundas del anterior sexenio, obras que no producen un peso y siguen sangrando al erario, como Dos Bocas, el AIFA, el Tren Maya o el gigantesco hoyo negro de Pemex que acabará pudriendo la deuda nacional de México.
Naturalmente que el costo de los viajes del presidente del Senado podría invertirse con mayor utilidad pública en beneficiarios de algún programa social del gobierno. Lo mismo que los gastos en camionetonas blindadas y en parientes de los morenistas.
Ya no digamos los 16 mil millones de pesos que se robaron en Segalmex o los costos lunáticos de Pemex, con cuyo monto actual podrían ponerse dos pisos más de programas sociales.
Eso sí no será posible: los programas sociales ya tienen techo. Y están en riesgo de que el mal desempeño del gobierno les quiebre el piso.
El tope de los programas sociales
Creo que el mal funcionamiento económico del gobierno es un riesgo para la continuidad de los programas sociales.
En algún momento les faltará dinero para esos programas, si lo siguen tirando como con Mexicana (35 mil millones a fondo perdido), si siguen ampliando la deuda billonariamente, pues hay que pagar los intereses, y si la inversión física sigue cayendo como ha caído, lo cual es garantía de crecimiento nulo o negativo.
Crecimiento nulo o negativo quiere decir empleos en recesión, impuestos contraídos, arcas públicas flacas, programas sociales en riesgo.
De por sí los programas sociales están topados, no pueden crecer mucho. Lo ha medido Viridiana Ríos en su columna del lunes en MILENIO: la presidenta Sheinbaum no ha podido ampliarlos como quería. Si le va bien, en sus seis años alcanzará a dispersar “apenas la mitad de lo que logró López Obrador”.
Se agudiza para el gobierno de Sheinbaum un defecto estructural de los programas: no llegaron nunca a los pobres extremos. Siguen sin llegar, aunque en eso está concentrando su esfuerzo el actual gobierno, según Viridiana Ríos.
Aun así, no es muy viable. O lo es con los pobres extremos que viven en las ciudades y en lugares de fácil acceso. No con la mayoría de ellos, que son difíciles de alcanzar e inscribir.
Como vara redistributiva, los programas sociales han alcanzado un techo. En una economía recesiva, su valor en el bolsillo de la gente, y en la popularidad del gobierno, será necesariamente menor, pues no tendrá el complemento de más empleos y mejores salarios.
El efecto de la mejoría de los salarios también va encontrando su techo. Será difícil repetir aumentos reales en el salario mínimo y en el salario medio, sin tener un efecto negativo sobre la economía en su conjunto.
Y luego están Trump y sus golpes convergentes: contra los migrantes, que sostienen parte de la economía popular mexicana, y contra la economía informal que depende del lavado de dinero que circula por bancos de México.
Los programas sociales no son una variable autosubsistente de las finanzas públicas.
No basta que el gobierno diga “eso no se toca”. Tiene que garantizar que el dinero esté ahí.
Es claro que no estará si lo sigue tirando como lo tira.
No ha disminuido la pobreza extrema
Han escondido y desaparecido al Coneval, pero no sus mediciones históricas.
El Coneval es la más rigurosa institución creada en México para medir la pobreza, en todas sus dimensiones, no sólo de ingreso, también de patrimonio, vivienda, servicios, acceso a la educación y a la salud.
El gobierno de la llamada 4T logró bajar la pobreza mediante una combinación de entregas de dinero en efectivo, crecimiento de las remesas y aumentos del salario mínimo y los salarios medios.
Lo que no pudo es disminuir la pobreza extrema. Los más pobres entre los pobres no fueron beneficiarios de la 4T.
Los números de pobreza extrema no mejoraron con López Obrador, empeoraron.
Los pobres extremos, los pobres más pobres de México, pasaron de ser el 7.0% de la población en 2018 al 7.1% en 2024. Fue un doble fracaso.
Primero, porque la pobreza extrema empeoró.
Segundo, porque se interrumpió una clara tendencia a la mejoría que se venía arrastrando desde principios de siglo.
Año con año, gobierno con gobierno, desde fines de los noventa del siglo pasado, la pobreza extrema había venido bajando de manera consistente.
Según las cifras del Coneval, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, entre 1994 y 2000, la pobreza extrema bajó del 21.4% al 18.6%.
Durante Fox, entre 2000 y 2006, la reducción de la pobreza extrema fue aún mayor, del 18.6% al 13.8%.
La pobreza extrema bajó también, y mucho, durante el gobierno de Felipe Calderón, del 13.8% al 9.8%.
Y en el gobierno de Peña también bajó, del 9.8% al 7%.
Ahí se secó la mata. Con López Obrador la pobreza extrema aumentó del 7% al 7.1%.
Sumando los datos, tenemos que entre el año 1994 y el año 2018 la pobreza extrema en México bajó del 21.4% al 7%.
A partir de 2018, con el gobierno de “primero los pobres”, se interrumpió la tendencia y la pobreza extrema volvió a crecer.
Quizá el actual gobierno podría darse una vuelta por lo hecho antes de 2018 y repetir la fórmula exitosa de aquel México contra la pobreza extrema.
Publicado en Milenio los días 2, 3 y 4 de julio de 2025