He leído un artículo extraordinario de Gilberto Guevara Niebla: “La pedagogía presidencial”. Echa una mirada fresca sobre un hecho al que estamos tan acostumbrados que no pensamos mucho en él. Es el uso que han dado los gobiernos de la 4T a la palabra presidencial y a su poder pedagógico.
Tendemos a desestimar el poder de la palabra presidencial en un mundo donde demasiadas otras fuentes de información y pedagogía, tantas, que terminan anulándose entre ellas. Lo que vemos aquí en el uso presidencial de la palabra, lo hemos visto en otros gobiernos del mundo, cuyos líderes hablan todos los días.
El tuiter de Trump fue y es una poderosa arma de comunicación y de pedagogía, apoyada con la parafernalia comunicacional de la Casa Blanca.
La mañanera de López Obrador lo fue también, como, en su tiempo, el programa Aló Presidente de Hugo Chávez.
Lo que tienen en común esas variantes de comunicación presidencial es que se ofrecen desde un prestigio previo, con un poder de persuasión y de repetición mayor que el de cualquiera de los otros emisores.
Emiten diario, son noticia todos los días, replican su mensaje en las plataformas y las redes que les son afines, en las que son neutrales y en las que son críticas. Nadie puede sustraerse a su mensaje, sea para elogiarlo, para describirlo o para criticarlo.
El efecto de la pedagogía presidencial es largo y efectivo, un eco resonante que acaba imponiendo, sobre el barullo de la conversación pública, sus aciertos, sus errores y sus mentiras.
La posición presidencial otorga un lugar previo, dominante, de emisión, cuyo único requisito de eficacia es que sea emitido todos los días y en persona, no a través de intermediarios.
Especialista en educación, Guevara Niebla nos invita a pensar en este dominio comunicacional como una pedagogía.
Nos sugiere imaginar al país como una inmensa aula escolar y a quien habla desde la tribuna presidencial, como la maestra de escuela de todos los días.
¿Qué sucede entonces en el Aula? ¿Qué clase de Maestra tiene la nación? ¿Qué clase de pedagogía baja de la Presidencia al Aula? ¿Usted qué piensa?
Guevara ofrece una respuesta.
Pedagogía y humor presidencial
Imaginemos que la Nación es un Aula y la Presidenta Sheinbaum la Gran Maestra que da clases todos los días en el Aula, mediante sus conferencias mañaneras.
“Día con día —escribe Guevara Niebla, quien propone el símil del Aula y la Maestra—, los ciudadanos de este país, el pueblo, recibe de la voz presidencial una lección de civismo. En ocasiones esa gran maestra informa y orienta correctamente la opinión de este inconmensurable alumnado; otras veces, ocurre que lo desinforma y lo conduce hacia el prejuicio”.
Lo que la Maestra enseña en el Aula tiene que ver con los hechos del día, con las urgencias políticas, con las preguntas de los medios. Pero lo definitorio de esta pedagogía son los momentos en que “la gran maestra actúa sólo de acuerdo con su estado de humor, que puede ser bueno o malo… El humor termina determinándolo todo”.
No faltan en las mañaneras sonrisas, reconocimientos, actitudes generosas, dice Guevara. Pero los momentos que ganan la atención del aula son los de mal humor, que “se proyecta como reacciones verbalmente violentas contra los críticos o adversarios de su gobierno”.
Cuando eso sucede, sigue Guevara, como ha sucedido recientemente con Lorenzo Córdova, ex presidente del INE, se suscita “entre los opositores una ola de indignación porque se está cometiendo un abuso: se difama, se miente”.
Y el objetivo pedagógico se degrada, la Maestra transmite al Aula un “sentimiento de odio y la idea de que no hay valores jurídicos o éticos que merezcan respetarse”.
La pedagogía presidencial, como la de los maestros de todos los días, necesita claridad de contenido y propósito formativo.
“¿Se trata de construir una nación plural y unida?”, pregunta Guevara. “En tal caso, el maestro debe sustentar una pedagogía de la tolerancia”.
Como Maestra frente al Aula, dice Guevara, la presidenta Sheinbaum ha cometido sólo un error craso: “repetir la actitud de AMLO de descalificar automáticamente a todo lo que sea adversarios”.
Porque lo que nuestro país necesita, concluye Guevara, es “una tregua, una conciliación, que debe ser iniciativa de quienes están en el poder y que detentan una mayoría indiscutible en todos los órganos de gobierno”.
Suscribo.
Publicado en Milenio los días 13 y 14 de agosto de 2025