“México se ha jodido varias veces”

Les comparto la entrevista que sostuve con Juan Cruz, periodista de El Clarín de Buenos Aíres.

El escritor mexicano acaba de publicar La dictadura germinal (Debate), en la que recoge su modo de interpretar la tierra en la que nació. Sobre ello, y varias otras cosas, esta jugosa conversación.
En un libro de entrevistas al boom, Luis Harss le pregunta a Gabriel García Márquez sobre su país, Colombia, en 1965. “Nadie duerme bien en Macondo. Hay una atmósfera de desconfianza y recelo, violencia y hostilidad”. A partir de aquella pregunta y de la respuesta entrevisté a uno de los grandes ensayistas y narradores de este país atribulado y alegre que es México.
Héctor Aguilar Camín acaba de publicar aquí La dictadura germinal (Debate), en la que recoge su modo de interpretar la tierra en la que nació (Chetumal, 1946). Es autor de La guerra de Galio (1991), acaso su mejor novela, y de Nocturno de la democracia mexicana (Debate, 2019). Lo entrevisté en su casa. Empecé preguntándole precisamente por aquella frase que, en 1965, apelaba a Colombia (o a Perú) y que ahora señala directamente a México, el país que está por debajo de Estados Unidos.

¿En qué momento se jodió este Perú?
Se ha jodido varias veces. Ha perdido oportunidades de volverse un país próspero, equitativo y democrático. Estamos jodiéndonos otra vez. Destruyendo la democracia imperfecta que teníamos, con rumbo al estancamiento y a la crisis. La idea de equidad vigente en México es rudimentaria, consiste en que el gobierno reparte dinero en efectivo a adultos mayores, madres solteras, aprendices, estudiantes. Eso ayuda a la gente y la gente lo agradece, pero fomenta la economía informal, y no produce crecimiento, ni buenos empleos formales. Yo escribí en 1988 un libro llamado Después del milagro, sobre los cambios que registraba México: podía ser un país próspero, equitativo y democrático, y podía lograrlo en el curso de mi generación… Acabo de publicar otro libro, La dictadura germinal, donde digo, simple y llanamente, que ese país “no lo veré”.

¿Qué le ha pasado a la clase política para ser parte del desastre?
Los políticos son la élite definitoria de los desastres y de los logros de México. A lo largo de nuestra historia, los hombres de poder político han tenido una autonomía enorme respecto de su sociedad. No han tenido contrapesos en grandes empresarios, científicos, innovadores educativos u organizadores sociales. No han tenido nunca la competencia histórica de la innovación científica ni de la innovación del mercado. En el siglo XXI empezábamos a tener contrapesos democráticos para esos políticos. Han sido borrados casi todos en los últimos seis años. La fuerza constructora y destructora de México ha sido la política, lo que hacen el Estado y los gobiernos que lo encarnan. Ningún científico ha inventado en México algo que cambiara al país y al mundo, como la electricidad o la penicilina o el automóvil. Ningún empresario ha construido aquí las empresas fundamentales del desarrollo moderno. Los políticos han tenido el monopolio del cambio y de la construcción y la destrucción de nuestro país. Pero han tenido una gran autonomía respecto de lo que puede inventar su sociedad para contenerlos, encauzarlos, corregirlos o castigarlos.

¿Cuáles son los males recurrentes de este país?
El estatismo y la corrupción. El resultado es una economía regida por los intereses políticos y una moral pública que no tiene que ver con la ley, sino con el logro personal. Los mexicanos son liberales salvajes en el sentido que sólo les interesa su bienestar personal, y si acaso, el de sus familias. Les importa lo que les conviene, y poco más. Esto tiene una expresión horrenda cuando se trata de corromperse o de violar la ley en beneficio propio. Ese liberal salvaje es un personaje resistente, ansioso de mejorar, capaz de sobrevivir y recrearse después de cada golpe. Su potencia vital quizá pueda resumirse en una cifra. En 1955, cuando yo llegué a la Ciudad de México, había en la república mexicana 20 o 25 millones de habitantes. Hoy hay 123 millones y 11 en Estados Unidos. Es un país enorme, desigual, violento, moderno y arcaico, infernal y hospitalario, y resistente, tan resistente como Dios, a sus propios errores.

Eres un analista de mucha importancia. ¿A qué obliga a analizar esta especie de Macondo que duerme difícilmente?
Estamos en el despertar de que la democracia no resultó, no fue la solución que pensamos. Y en lo que yo llamo la aparición de una dictadura germinal. Se ha transformado sustantivamente la Constitución. No garantiza la división de poderes, ni establece contrapesos a la concentración del poder en el ejecutivo. Amplía la presencia del estamento militar en las responsabilidades del gobierno civil y amplía una figura siniestra, llamada prisión preventiva oficiosa: cualquiera puede ser encarcelado sin derecho a presunción de inocencia. Están sembradas todas esas semillas en las leyes. El trabajo del gobierno es hacerlas germinar, lo que el propio gobierno describe como ponerle “un segundo piso” a la llamada Cuarta Trasformación de López Obrador. La germinación de esta constitucionalidad dictatorial tiene dos obstáculos prácticos. El gobierno resultante de estos cambios es de baja calidad ejecutiva, gobierna muy mal, todas sus obras son pequeños o grandes desastres.

Da la impresión de que quien manda ahora llama por teléfono al que mandó antes.
Es una impresión correcta. López Obrador le diseñó el proyecto y el gobierno a Claudia Sheinbaum: le cambió las leyes, la hizo candidata y le nombró los puestos fundamentales en el gobierno y en el Congreso. La tradición política mexicana es que el presidente entrante acaba de echar al saliente. Muchos esperan que eso haga Sheinbaum.

¿No está lesionado este tiempo cultural por lo que está pasando en otras esferas de la vida?
Es un país de gran fuerza cultural: histórico, patrimonial, artístico, y en su sentido cotidiano: gastronómico, musical, popular. Vargas Llosa escribió una obra magna en torno a tu pregunta de arranque de esta charla, en qué momento se jodió el Perú. Conversación en La Catedral. Escribió también una novela epigonal sobre en qué momento se logró el Perú. Esa obra es Le dedico mi silencio. La respuesta en esa novela es que el Perú se logró a través de la música popular, a través del vals peruano, esa invención única que vino de todas las vetas irreconciliables del Perú desigual, racista, clasista, multirracial, resentido y victimista, para crear una música que alegra, une y representa a todos los peruanos. El Perú que es México está logrado varias veces en su comida, en sus tradiciones vivas y en varios géneros de música popular. Si los políticos mexicanos tuvieran el talento de sus cocineras y sus músicos, México sería un país de atarantar. Es un país rasgado por la pobreza y la desigualdad, por la violencia, por su pobre moral política, su estatismo económico rudimentario, su infinita capacidad de burlar la ley, de vivir casi como un orgullo el darle la vuelta a la ley, a los derechos, para pensar sólo en el beneficio propio. Toda esta mescolanza insoportable e increíble es el México del que me voy despidiendo y al que no puedo dejar de ver, con asombro, horror, admiración y tristeza, querido Juan. También con autocrítica: ni literaria ni analíticamente, he estado a la altura del país que he tenido enfrente.

¿México se explica en este territorio o habría que ir a otras latitudes para saber de veras qué pasa en México?
Si vas a Los Cabos vas a encontrar un entorno de turismo próspero y cuasi paradisiaco. Si vas a Culiacán, la capital de Sinaloa, no vas a poder salir de noche y te despertarán los tiros en la calle. Si vives en el entorno de la colonia Condesa y la Roma, en la Ciudad de México, te la vas a pasar casi como en Madrid. Si te tocó vivir en la ciudad de San Fernando, Tamaulipas, entre 2014 y 2015, habrás tenido la experiencia de lo que es vivir en un campo de concentración al aire libre, manejado por una banda de jóvenes psicópatas, criminales lombrosianos, dueños de la ciudad. Si pasas unos días en el centro de la ciudad de Querétaro, tendrás una epifanía de bien estar y espejo de buen gobierno local. Y así.

Eres un novelista, como Gabo. Él le dio a Harss aquella metáfora, “Nadie duerme bien en Macondo”. ¿Cómo duerme este país?
Duerme bien, pero tiene pesadillas que cruzan al día.

El Clarín. Juan Cruz. El revés y el derecho.

 

 

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Publicado en: Mientras pasa la historia

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